El deporte, en su esencia, nos brinda relatos humanos que surgen de lo inesperado y perduran en el tiempo, adquiriendo cada vez más valor y belleza.
Resulta casi increíble pensar que de una situación tan adversa como una guerra pudiera surgir algo tan hermoso como el hermanamiento entre dos ciudades separadas por 2.640 kilómetros: Belgrado y Fuenlabrada. En 1991, en plena guerra de los Balcanes, los equipos yugoslavos se vieron obligados a jugar sus partidos de la Copa de Europa lejos de su país. Fue entonces cuando el Partizán de Belgrado encontró refugio en Fuenlabrada, disputando sus partidos como local en el Fernando Martín. Nadie podía imaginar el desenlace glorioso de esta historia, pues el conjunto belgradense terminaría proclamándose campeón de Europa.
Este hito marcó el nacimiento de una pasión por el baloncesto en Fuenlabrada y consolidó la hermandad entre ambas ciudades, protagonizando gestos de agradecimiento en ambas direcciones a lo largo del tiempo.
Desde entonces, Fuenlabrada y Partizán se han cruzado en dos ocasiones, conmemorando el décimo y vigésimo aniversario, ambas veces en el territorio fuenlabreño, en el Fernando Martín. Sin embargo, es en 2023 cuando el Partizán actúa como anfitrión en un escenario incomparable: el estadio Kalemegdan, una de las instalaciones deportivas al aire libre más emblemáticas de Belgrado. Desde los preparativos del partido, ha brindado imágenes emocionantes y conmovedoras, demostrando una vez más que el deporte tiene el poder de crear amistades eternas.
Más allá del resultado, los locales quisieron expresar su agradecimiento a la ciudad de Fuenlabrada desplegando una pancarta que transmitía su profunda gratitud. Además, entonaron en varias ocasiones el nombre de Fuenlabrada, en un gesto que añade una página más a una de las historias más conmovedoras del baloncesto europeo y el mundo del deporte en general.
